El ataque por las bandas es uno de los recursos más afines a la idea de juego de Diego Flores. Ya sea con laterales volantes o con extremos –según el esquema elegido-, “Traductor” siempre intentó explotar estos sectores del campo para lograr una mayor profundidad en cada ataque de San Martín. Sí; porque el desequilibrio por las bandas es uno de los fundamentos de su método.
Sin embargo, el viernes el "santo" intentó utilizar esta fórmula sin éxito. Ya sea por imprecisión o por precipitación en la toma de decisiones, el equipo lanzó demasiados lanzamientos defectuosos al área y no pudo quebrar el cero ante Guillermo Brown.
En los 90’, San Martín ejecutó 20 centros y sólo siete fueron recibidos por un compañero. Eso sí, todos terminaron con una finalización defectuosa o fueron controlados sin problemas por Matías Soria. Además, 13 provinieron desde la banda derecha; mientras que los restantes fueron desde la izquierda. A todo esto se le debe sumar que cinco fueron buscapiés, que no lograron su cometido y terminaron siendo despejados.
A priori, esta postura sorprendió en relación a otros partidos. Con la inclusión de Juan Cuevas e Iván Molinas, el “santo” por lo general intenta centralizar el juego con la pelota al pie, con el objetivo de filtrar una que otra para los atacantes. Es más, de los 13 goles convertidos en el campeonato, San Martín marcó uno solo con un centro en movimiento: el de Junior Arias en la derrota frente a Ferro.
Así, la metodología adoptada rompió con la tendencia que manejaba el juego del “santo”.
Gonzalo Bettini fue el jugador que más intentos realizó: lanzó ocho centros desde la derecha. El lateral tuvo un inicio auspicioso con varias conexiones con Lautaro Fedele, tal fue así que el extremo se posicionó como su principal receptor a la hora de realizar las transiciones hacía al ataque.
Ese tándem alcanzó sus mejores momentos con la participación de Cuevas y/o Molinas. Ambos le aportaron mayor claridad a los ataques, permitiendo una sobrepoblación en el sector que no era controlada por la “banda”.
Incluso por este sector se gestó la jugada más peligrosa del partido: un centro de Bettini para la cabeza de Arias, que el uruguayo logró rematar con potencia; pero al salir direccionado hacia el centro del arco, Soria no tuvo demasiados problemas para controlarlo.
Con el paso de los minutos, la sociedad Bettini-Fedele se fue diluyendo. El ex Defensa se fue desgastando por el roce del partido y no terminó de lanzar ninguna pelota peligrosa. Tampoco remató al arco rival y terminó siendo reemplazado por Gonzalo Rodríguez.
Por sus características, la idea era que “Turbo” aporte mayor vértigo y velocidad a los ataques. Ganó algunos saques de esquina, sin embargo estuvo lejos de inquietar a la defensa rival y no tuvo ninguna oportunidad para romper el cero.
En contrapartida, Nahuel Banegas fue la única referencia ofensiva por la banda izquierda. El ex Central Córdoba lanzó cinco centros, aunque ninguno terminó de manera efectiva y su participación en el partido fue decreciendo. Si bien inició con la intensidad y velocidad que lo caracterizan, el lateral –que jugó como volante- no encontró compañero con quien asociarse.
Cuevas y Molinas estuvieron lejos de conectarse con Banegas, mientras que Guillermo Ferracuti estuvo abocado de pleno a la tarea defensiva. En detalle, el ex Deportivo Maipú casi no pasó al ataque y sus intervenciones ofensivas se redujeron a dos centros defectuosos.
Con el objetivo de brindarle mayor profundidad al carril izquierdo, Flores hizo ingresar a Nicolás Moreno, desplazando a Banegas a la posición de lateral defensivo.
Si bien “Chuny” respetó la posición a la hora de recibir la pelota, su naturaleza de centro delantero lo llevó a buscar el carril interno de la cancha y a estar más cerca del arco. Así, su recorrido iniciaba en la línea de cal pero se desplazaba hacia la medialuna del área, en donde fue contenido por la zaga central de Brown.
Claro, la propuesta de juego del “santo” cambió, pero fue desactivada de manera efectiva por la “banda”.
El ingreso de Mateo Acosta parecía propicio para buscar el gol de cabeza que desequilibrara la balanza. Al tener dos delanteros dentro del área rival, buscar una conquista aérea no era descabellado. Sin embargo, los nervios y la necesidad de encontrar respuestas nublaron la creatividad de los volantes del “santo”.
De este modo, unos flojos centros de Leonardo Monje y Agustín Prokop impidieron que el resultado se modificara y sentenciaron el empate en La Ciudadela.
San Martín debe encontrar las respuestas para lograr tener mayor peligro. Centralizar el juego con los volantes interiores es una opción; aunque afinar la puntería desde las bandas es otra de las variantes.
Más allá de todo, el “santo” está obligado a reencontrarse con la victoria frente a Agropecuario, un equipo que también aspira a ser protagonista del torneo.